Drácula, de Tom Browning

En los oscuros años en los que Carl Laemmle fundó Universal Pictures en 1915 el cine está en sus inicios. Numerosas compañías cinematográficas surgieron en esos años, dando a lugar a todo tipo de películas. Desde que en el año anteriormente citado Carl Laemmle contó con pleno poder para desarrollar sus propias películas, uno de sus proyectos más ansiados se trataba de adaptar la novela de Bram Stoker, "Drácula", quien había muerto tres años antes. La cuestión es que por diversos temas, la realización del deseo de Carl se retrasó varios años, saliendo a la luz otras versiones. Una película húngara, actualmente perdida, titulada ''La muerte de Drácula'' fue la primera alusión al personaje. El caso es que en ésta película muda Drácula no se nos es presentado como en la novela de Stoker sino que Drácula es un profesor de música que se ha vuelto loco y que persigue a los pacientes de un manicomio. Al año siguiente sí que entró en escena, nunca mejor dicho, las películas vampíricas, la película alemana ''Nosferatu el vampiro''.

Con estos dos antecedente, en 1931 Universal Pictures por fin lanzó su versión de "Drácula". Esta primera versión sonora no se basaba directamente en la novela de Stoker, sino en la versión teatral de Hamilton Deane y John L. Balderstone, lo que repercute negativamente en el filme. En un principio se pensó en Lon Chaney ,el famoso actor de cine mudo conocido artísticamente como el hombre de las mil caras, para encarnar al conde Drácula pero Chaney murió en 1930. Entonces Bela Lugosi, un inmigrante húngaro que ya había interpretado al conde en Broadway fue quien se llevó el papel. Éste actor es quizá el punto principal que haga que ésta película tenga tantos aspectos alardeables como reprochables.

El visionado de ésta película en la actualidad hace que salgan a relucir los muchísimos fallos que tiene la obra durante sus 78 minutos de duración. Abundan las escenas inconexas, las muchas escenas que quedan sin explicar, la baja tensión de la mayoría de escenas que vistas ahora junto a los gestos desmesurados de Lugosi, la lentitud y esa mirada más lúcida que inquietante hacen que la actuación de Lugosi sea más sonrojante que terrorífica. El caso que ésta extraña actuación le ha valido la fama a la película, así como el inglés fonético de Lugosi, el cual no sabía inglés y se aprendió las frases fonéticamente, con lo cual no sabía lo que decía, han hecho de ésta versión la que muchos consideran el mejor Drácula de la historia del cine, aunque a mí me gustó más la versión que dirigió Terence Fisher en 1958.Tampoco se puede decir que la popularidad de la película sea ni mucho menos inmerecida. La estupenda fotografía de Karl Freund además de los decorados y la memorable actuación de Dwight Frye (como Renfield) hacen de ésta película un filme digno de ver. Disminuyendo de intensidad y de carácter os esperan 78 minutos de desasosiego animado. (2+)

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